Los bufetes de abogados siguen las tendencias del mundo empresarial, que apuesta por invertir o hacer negocios en China. Cuatrecasas y Garrigues se unen al desembarco de firmas como Herrero Advocats, Clifford Chance o Baker & Mackenzie en Asia.
Los despachos de abogados siguen a las empresas españolas en sus aventuras internacionales, y éstas -aunque lo han descubierto con cierto retraso respecto a sus homólogos franceses, ingleses y norteamericanos- lo que tienen claro es que quieren estar presentes en China.
Este país no se ha convertido tan sólo en la fábrica del mundo, sino también en el Dorado para compañías de servicios que aguardan la liberalización de la banca, de la energía, de las telecomunicaciones o la adjudicación de grandes infraestructuras.
Firmas internaciones como Baker o Clifford llegaron antes a Asia. De hecho, la euforia por el gigante asiático es tal que en los foros empresariales españoles no se habla de otra cosa. En este contexto, no resulta extraño que los grandes despachos como Garrigues o Cuatrecasas hayan tomado buena nota de las demandas de sus clientes y preparen el desembarco en China, tras la estela de firmas internacionales como Baker & Mackenzie y Clifford Chance, que ya operan en el país asiático desde hace años.
Detrás de cada una de las operaciones empresariales que se anuncia en los periódicos siempre está el trabajo de un bufete jurídico, nuestra obligación es seguir a nuestros clientes con discreción, explica el socio del área internacional de Garrigues, Albert Collado.
Este bufete prepara la apertura de una oficina de representación en Shangai en la que trabajarán dos abogados españolas y dos profesionales chinos. El bufete mantiene además acuerdos con despachos locales para dar un servicio más global a sus clientes en todas las especialidades del derecho.
Y es que en general, el trabajo del letrado extranjero en el mercado asiático no resulta nada fácil. No les está permitido representar a sus clientes en los tribunales chinos ni tampoco en las cortes de arbitraje, explica el socio de Herrero Advocats, Jordi Pujante.
Trámites jurídicos
Los bufetes extranjeros tan sólo están autorizados a abrir una oficina de representación, con lo que la facturación a los clientes se debe tramitar desde España. Los permisos para operar en el mercado chino los tramita el ministerio de Justicia y se demoran a veces incluso años.
Pero sin duda, la protección industrial supone una de las actividades que más ingresos aportan a los bufetes de abogados que trabajan con Asia. Según las estadísticas que maneja el bufete Mariscal Abogados, el 33% de las empresas españolas que están en China han sufrido copias. China es, además, productor del 50% de las copias que se comercializan en todo el planeta.
Los profesionales del derecho aconsejan a sus clientes que no realicen ninguna operación en China sin un contrato previo entre las partes. Un contrato no puede evitar una copia pero facilita mucho la resolución del conflicto una vez ésta ya se ha producido, afirman en Mariscal Abogados.
El bufete madrileño empezó a operar en China hace cuatro años a través de acuerdos con socios locales y ahora tramita el permiso para abrir una oficina de representación.
Más vale tarde que nunca
Mariscal Abogados asegura que el desembarco de togas en China obedece al crecimiento de las inversiones españoles en el país, aunque de momento hay un cierto retraso respecto de otros países. Queda bastante camino por recorrer porque las empresas españolas se fueron a América Latina en vez de a Asia y ahora llegan un poco tarde, sostienen. En China hay 200 empresas españolas mientras que hay más de 10.000 estadounidenses.
El derecho chino es continental, esto quiere decir que está más basado en las leyes que en la interpretación de las sentencias como prima en el derecho anglosajón. Esta cuestión facilita mucho a los bufetes de abogados españoles e italianos entender la forma de funcionar de las leyes chinas, aunque en general requieren de alianzas con despachos chinos para poder operar con éxito. Además, dentro de los acuerdos de China con la Organización Mundial del Comercio (OMC) no figura la liberalización de los servicios profesionales de abogados.
Los expertos aseguran que el nivel de los profesionales chinos es bueno a pesar de que todavía existe una cierta inseguridad jurídica sobre lo que permite la ley y lo que no. En más de una ocasión priman también otros aspectos, como las costumbres culturales o el guanxi (red de contactos).
Un caso real de diferencias culturales en los negocios ocurrió en el depsacho. La abogada fue a China a firmar un contrato, en representación de una firma española, con dos socios chinos de una cierta dimensión.
A la firma del contrato se presentaron inesperadamente doce personas, seis de cada una de las empresas chinas, con la intención de renegociar todo lo acordado hasta el momento. La abogada, que había volado sola desde España y creía que sólo era cosa de estampar la rúbrica, se encontró negociando tres días y tres noches seguidos con doce chinos. Al otro lado del globo, el cliente español quería cerrar el trato con una cierta urgencia porque se había convocado una rueda de prensa para anunciarlo.
De anécdotas las hay de todos los colores.